DR. RODOLFO CEBALLOS CANCINO


Por Mauricio Lamas

Llego a Matamoros Coahuila en el año de 1900 junto a sus padres, el farmacéutico don Juan Ceballos su señora Madre de apellido Cancino y sus 3 hermanos, dos varones y su hermana Rebeca Ceballos que atendió la botica familiar hasta tiempo después de la muerte del médico. Se sabe de ella que vivió a un costado de la primaria Nicolas Bravo y se casó con un ciudadano francés. La familia Ceballos se instaló en una casa de la calle niños héroes a un costado del mercado Hidalgo donde el doctor, que había estudiado medicina en la universidad de Morelia Michoacán puso su consultorio. El doctor Ceballos era un hombre delgado, vestía siempre elegantes trajes oscuros, llevaba lentes y tenía pelo rizado muy bien recortado, al igual que su bien cuidado bigote. La gente lo buscaba por su fama de buen médico, siempre compasivo con sus enfermos y en ocasiones no les cobraba a los más necesitados. Desde su consultorio en el centro, pudo ser testigo de la elevación de villa a ciudad de su querido Matamoros Coahuila en 1926 y la construcción de la torre del reloj en 1927. Pero también vivió la experiencia de atender a muchos de los heridos en la terrible matanza del 29 de junio de 1930, los perseguidos por los policías municipales del comandante Arturo Peña, se refugiaron en el consultorio del Doctor Ceballos, ya que la matanza y agresiones hacia los manifestantes del Partido Comunista Mexicano, ocurrió casi a las puertas del consultorio. Ese día fue una jornada larga y penosa para el doctor y sus enfermeras. Atendieron a tantos heridos de bala, garroteados en la cabeza, descalabrados, heridos con costillas y piernas rotas. Fueron un total de 23 muertos. Tanta sangre y dolor, solo comparable con un campo de guerra; quedaron registrados en la memoria del doctor Cevallos.

Tres años después fue electo presidente Municipal de Matamoros, el periodo de presidente en aquel tiempo era únicamente de un año, así que gobernó Matamoros de enero a diciembre del año de 1933. Bajo su administración llevo brigadas de salud a las comunidades mas apartadas y olvidadas de Matamoros, haciéndose fama de buen presidente y excelente médico. Al término de su gestión se dedicó a seguir atendiendo su consultorio. Así transcurrió el tiempo. Llego el reparto agrario a Matamoros, y una época de bonanza económica para la Comarca Lagunera, llegaron también campañas de salud implementadas por el presidente Lázaro Cárdenas en las que el Dr. Ceballos participo activamente por el año de 1938.Vivio dedicado a sus pacientes y a actividades altruistas en favor de la comunidad y los mas necesitados. Aun en el periodo de la segunda guerra mundial desde 1939 hasta 1945 siguió visitando pacientes en las comunidades apartadas de Matamoros. Gente iba y venía a la comarca por la bonanza algodonera. Así llego a Matamoros un paciente infectado de tifo y contagió al Doctor, obligándolo a suspender sus actividades para ser internado en una clínica de Torreón, donde murió el 1 de mayo de ese año de 1946. Ya desde el poblado la Joya, muchos ciudadanos venían acompañando a una flamante carroza negra que entro a Matamoros, recorriendo la enorme arboleda de pinabetes que desde Santo Tomas se extendía de poniente a oriente por toda la avenida Cuauhtémoc hasta la calle Guillermo Prieto. La carroza llego’ hasta la iglesia donde ya una multitud cerraba el paso queriendo tocar el féretro del Ilustre doctor. Poco tiempo después comenzaron a ocurrir los milagros. Se habla de una mujer de nombre Ernestina, que había ido a buscar trabajo a Torreón y regresaba a Matamoros sin poder conseguirlo; cuando un presentimiento le hizo bajarse del camión, tres cuadras antes de llegar a la terminal de autobuses, bajándose justo frente a la farmacia del doctor Ceballos, en el momento en que salía Doña Rebequita Ceballos hermana del médico y dueña de la botica, quien le pregunto directamente, si quería trabajar en la farmacia. Ernestina se quedó allí a trabajar de cajera y le contaba a la gente este suceso como un milagro del doctor Ceballos. Tiempo después la misma Ernestina tuvo un sueño en el que estaba muy grave sufriendo un fuerte dolor y que el doctor le recetaba una medicina que la curaba. Esa tarde le avisaron que su hermana tenia un dolor tan fuerte que la tenia en cama sollozando, rápidamente fue a la botica y pregunto a Rebequita por el medicamento que el médico le receto en el sueño, en un cajón de un mueble abandonado encontró el frasco del medicamento y al suministrárselo a su hermana, esta recupero milagrosamente la salud. Poco a poco se fueron sumando historias de milagros realizados por el médico, al grado que, en el consultorio, que por entonces ya era atendido por otro médico, se puso una imagen del doctor Ceballos en la que la gente iba a poner veladoras o listoncitos de color rojo con oraciones en agradecimiento a milagros recibidos, esto se replicó en la tumba del doctor en donde la familia construyó un hermoso mausoleo con pequeños ventanales ojivales estilo gótico. Allí llegaba la gente a dejarle flores, veladoras y estampitas con oraciones en agradecimiento al ya afamado galeno. El mito de los milagros llego a su mayor nivel cuando una joven de Santo Tomás aseguro que en su convalecencia de una grave enfermedad, el propio doctor Ceballos se le apareció y le receto un medicamento que le dijo, la curaría. Al día siguiente los familiares de la joven encontraron la receta debajo de su almohada con la caligrafía misma del médico. La familia de la joven surtió la receta y al suministrársela, la joven se curó milagrosamente. Otro milagro ocurrió a la hija de una señora llamada Antonia, la niña estaba gravemente enferma, hubo un momento en que la madre dejo sola a la niña para ir a buscar unos lienzos a casa de una vecina. Al regresar la señora encontró a la enfermita bastante recuperada, la niña le conto a la sorprendida mujer que el doctor Ceballos había venido a visitarla y le había dado una medicina. Testimonios de milagros como estos, hubo muchos y se fueron difundiendo de boca en boca acentuando la fama del médico Milagroso.

Pero lo que no se sabe, es quien invento la leyenda negra del Doctor vampiro. Esa historia macabra que apareció en el periódico Milenio, hará no más de 5 o 6 años,

 alrededor del año 2015. Una leyenda en la que según el reportaje de este diario: “El Doctor Ceballos antes de morir le pidió a su enfermera, que cuando el muriera, fuera ella cada año a inyectarle sangre fresca a su cuerpo, para evitar que este se corrompiera. Y que la enfermera así lo hizo año con año, hasta que, al fallecer ella, ya nadie fue a inyectarle sangre al médico. Y que a partir de ese momento aparecieron cuerpos de animales muertos en los alrededores del panteón, todos ellos con signos de habérseles extraído la sangre en su totalidad. Señalando como autor de estos hechos a una sombra maligna que salía del cementerio, justo en la dirección del mausoleo del Ilustre Medico. Esta mórbida historia hizo que mucha gente acudiera por las noches a intervenir el mausoleo del Doctor Ceballos, llevándose desde pedacitos de mármol hasta una de las puertas o violentando los ventanales.

Como Matamorenses debemos preservar y difundir la historia de nuestros ciudadanos Ilustres, recordando las acciones por las que trascendieron hasta nuestros días. Le sobrevive hasta el día de hoy diciembre 2021, una hija que vive en la ciudad de México en una orden religiosa. El Doctor Ceballos fue un filántropo, un hombre dedicado en cuerpo y alma a ejercer la noble profesión de galeno.

 Mas que un “vampiro chupa sangre”: El Doctor Rodolfo Ceballos Cancino; fue un excelente médico y un buen ciudadano de Matamoros.

CRONICAS DE MATAMOROS

Profesor Jesús Lamas Puentes, Cronista Municipal de Matamoros, Coahuila. Fuentes de consulta, Historias de Rubén Rodríguez editado por el Gobierno del Estado de Coahuila, Artículos sueltos Milenio diario y el siglo de Torreón. La Gaceta de Saltillo Numero 38 año 4

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